El 19 de junio una parte de la columna y la escultura del Torico se desplomaron sobre la plaza de Carlos Castel (popularmente, ‘plaza del torico’). En realidad, el accidente no afectaba solo a una columna y una estatua, sino a un símbolo de la ciudad. Sucedió cuando se procedía a retirar las veintitrés cuerdas que se habían atado a la columna en representación de las localidades que participaban en el Congreso Nacional del Toro de Cuerda.

Con la pequeña figura maltrecha en el suelo comenzó un laberinto de estudios, declaraciones y sospechas sobre su autenticidad. ¿La estatua caída, que será restaurada en el Museo Provincial, es la original? ¿Fue sustituida en algún momento, quizá durante la Guerra Civil, cuando quedó custodiada en un lugar seguro para protegerla de los bombardeos? ¿Fue primero de bronce y luego de hierro?

El Torico es una pieza de 1855 (fecha documentada en La Gaceta de Madrid) que sustituyó a otra realizada en el siglo XVI por el ingeniero francés Quinto Pierres Vedel, responsable también de la canalización del agua en la ciudad. Medía 37 centímetros de alto por 45 de largo y pesaba 54 kilos, según la documentación municipal.

Una réplica en bronce de esa estatua, instalada el 5 de julio a las 8.00 de la mañana, ocupa el lugar central de la plaza indefinidamente, al menos mientras se completa la restauración. No podía estar vacío el pedestal en plenas Fiestas del Ángel, días grandes en la ciudad. El toro es el gran protagonista de las celebraciones, sobre todo el sábado 9 por la tarde, cuando se da la señal de salida a las Fiestas de la Vaquilla. A partir de las 16.30 se coloca el ‘pañuelico’ en la pequeña estatua, que se retirará dos días después, en la medianoche del 11.

El Torico dañado se remonta a 1855, de autor desconocido. Sustituyó entonces a otra figura realizada en el siglo XVI. Medía 37 centímetros de alto por 45 de largo, y pesaba 54 kilos. La copia que se utiliza ahora pesa 35 kg, pero las medidas son las mismas. Tras el accidente ocurrido en junio, cuando la estatua y la columna se desplomaron sobre la plaza, se han comentado diferentes teorías sobre la autenticidad de la pieza, y sobre la posibilidad de que fuera sustituida en la Guerra Civil, cuando fue llevada a un lugar seguro para protegerla de las bombas.

La relación del toro con Teruel vendría de su fundación, según una leyenda. En el siglo XII, durante la Reconquista, Alfonso II quería construir una ciudad amurallada. Para elegir el lugar esperó una señal, que habría llegado con un toro enviado por el Ejército moro. Se detuvo en un lugar elevado y quienes lo vieron creyeron percibir una luz entre las astas, ¿una estrella brillante? El toro y la estrella se asentaron como referencias del lugar.

Según Vidal Muñoz, cronista oficial de Teruel, «Alfonso II conquistó la ciudad. Eso es verdad. A partir de ahí, hay parte de historia y parte de leyenda. Teruel significa tierra de toros. Lo mismo que Turia. Y al sur de la ciudad hay un santuario donde los turos o turboletas (turba, ciudad del toro) veneraban al toro y la Luna. Luego, en el siglo XIX los románticos recuperaron la leyenda del toro y la estrella. Al parecer, en aquella época explosionó una supernova. Y tuvo recorrido la idea de que en el lugar en que se detuviera un novillo con las teas encendidas se fundaría la ciudad».

«Cuando se cayó vi gente llorar»

La fuente de Vedel no permitía el paso de los carruajes, razón por la que se decidió quitarla de la plaza. «Era preciosa», dice Vidal Muñoz. «La duda que tenemos ahora es si ese Torico deteriorado, que era de hierro y no de bronce, era el primero. Ya lo dirán los técnicos».

En cualquier caso, más allá del material con el que está hecho, el incidente ha vuelto a demostrar el significado profundo que tiene el Torico en la ciudad. «La gente lo ha pasado muy mal con la desaparición de su tótem, del símbolo. Es tan importante que, cuando viajan, los turolenses contestan que son de ‘la ciudad del torico’. Y cuando alguien les dice que es pequeño, suelen replicar de forma un poco dura. Representa el ser, la esencia. Es el elemento fundamental de cualquier celebración. Cuando se cayó vi gente mayor que lloraba».

El nuevo Torico, de bronce, más ligero pero con las mismas medidas, puede quedarse indefinidamente en la plaza. La estatua accidentada se restaurará y, quizá, ocupe un lugar en el museo, aunque parece que esa decisión no está tomada. Para los vecinos, uno y otro seguirán en su corazón.

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