Guillermo Paterson es uno de los últimos maestros mayores modelistas
Frente a la maqueta en construcción de la fragata Trinidad, una embarcación mítica del siglo XVIII, a Guillermo Paterson se le ve feliz entre sus barcos a escala como si de un Gulliver en el país de Liliput se tratara. A sus 68 años, después de llevar cuatro jubilado, sigue inmerso en una pasión que descubrió en su infancia y de la que hizo su medio de vida, el modelismo naval. Muchas de las maquetas de barcos que se pueden comprar por entregas en los quioscos han sido diseñadas por él, entre ellas el célebre Titanic. Ante la inevitable pregunta de cuántos barcos en miniatura ha hecho a lo largo de su vida, le cuesta precisarlo, pero al final los cifra en torno a 4.000, y el número lleva camino de seguir aumentando a la vista del frenético ritmo de trabajo que lleva en su taller de La Muela de Teruel.
A Guillermo Paterson le encantan las embarcaciones. Los turolenses han podido disfrutar de sus creaciones a lo largo del mes de noviembre gracias a la exposición de modelismo naval que ha acogido la residencia internado Santa Emerenciana. Más de treinta barcos de diferentes épocas y tamaños han dado una idea del ingenio de este artesano turolense que es uno de los pocos maestros mayores modelistas que quedan no sólo en España sino en toda Europa.
Paterson ha hecho de su habilidad un arte del que disfrutan muchas personas, ya que durante cuatro décadas ha trabajado diseñando modelismo naval que luego se ha comercializado en kits de montaje, primero para la firma Arte España y después para Artesanía Latina, con la que todavía colabora a pesar de estar jubilado. «Me piden que les ayude y no puedo decirles que no», asegura, pero ahora ya sin salir de su casa de La Muela en Teruel, en cuya planta baja tiene su taller de trabajo. Allí, entre taza y taza de café y con el puro entre los labios -sin tragarse el humo, aclara, para no asustar a su médico-, da forma a la historia de la navegación en su particular astillero en miniatura mientras escucha música clásica.
Escuchar a Paterson es fascinante. Su vida merece un libro más que un reportaje. Vivió en primera persona la guerra de Argelia y también el Mayo del 68 francés, y mientras explica cómo se hace un barco en miniatura la conversación se desvía hacia pasajes de su vida que lo dejan a uno boquiabierto. En el momento que se pone a hablar de embarcaciones su discurso se transforma en una enciclopedia de la historia naval, y da igual que hable de la Armada Invencible que de las carabelas de Colón o del Titanic. Domina el tema como si hubiera sido almirante de la Marina, pero en cambio en su juventud fue paracaidista.
Fuente: Diario de Teruel
Fecha: 11/12/2011
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