Los trabajos de restauración de la Fuente de los Franciscanos, uno de los primeros surtidores públicos de la capital turolense y muy conocida por vecinos y turistas por estar al lado de la iglesia gótica del mismo nombre, han entrado en su recta final.
Las labores, a cargo de la Fundación Santa María de Albarracín, se han centrado en recuperar las tomas de agua originales, que llegaban hasta el vaso por la parte posterior de la fuente y no por la zona delantera como ocurrió en época moderna. Esta modificación fue el origen de gran parte del deterioro que presenta la obra, con sillares rotos o muy desgastados que han obligado a tallar piezas nuevas en el mismo material pétreo que se hicieron las antiguas.
“Está mucho más destrozada de lo que se pensaba”, afirma el gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, Antonio Jiménez, quien explica que, además, las sucesivas reformas del pavimento de la plaza han hecho disminuir la altura del vaso, “que ahora llega por los tobillos de los usuarios cuando antes alcanzaba el nivel de las rodillas”.
La fuente, del siglo XVI, se construyó con la primera traída de aguas desde la Peña el Macho a Teruel que diseñó el ingeniero, probablemente francés, Pierres Vedel. Contaba con un abrevadero a cada lado para los animales que ha desaparecido y también faltan algunos de los caños originales. Conserva, sin embargo, una serie de receptáculos que servirían para depositar los cántaros y facilitar su llenado.
Una empresa de cantería de Teruel, Mármoles Llorens, está siendo la encargada de realizar los nuevos sillares de piedra que se incorporarán a la Fuente de los Franciscanos, si bien, con posterioridad, restauradores de la Fundación Santa María de Albarracín darán a estas piezas la forma final más adecuada.
La actuación se enmarca en un programa de recuperación del patrimonio que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Teruel.
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