El avance de los trabajos de restauración de la torre mudéjar de la catedral de Teruel ha permitido en los últimos días iniciar la retirada de los andamios y la lona que han cubierto el monumento durante casi un año. Será el próximo mes de septiembre cuando esta construcción levantada en el siglo XIII, a la que se le incorporó un remate barroco en el siglo XVII, quede descubierta casi en su totalidad, pues apenas quedarán en su parte baja algunas estructuras metálicas con vistas al inicio de la tercera y última fase de recuperación, prevista para 2020.
Las obras, como explica la directora general de Vivienda y Rehabilitación en funciones del Gobierno aragonés, Mayte Andreu, han servido para restaurar los elementos de piedra ornamentales, así como los forjados y las escaleras interiores. Igualmente se ha actuado en las estructuras de madera, se han repuesto las cerámicas desaparecidas o reparado las deterioradas, se han consolidado las juntas de los ladrillos que forman sus muros y se han eliminado las humedades.
Los trabajos de limpieza en el interior han sacado a la luz 170 grafitis, muchos de ellos realizados por los sucesivos campaneros que han trabajado en la torre, y que ahora han sido restaurados. En algunos se muestra cómo iba a ser el remate de esta construcción mientras que otros son inscripciones y dibujos que dejaron las muchas personas que han pasado por la torre en sus siete siglos de vida.
La imagen de un soldado carlista, cruces, rosetones, figuras geométricas o rúbricas de gente que quiso dejar su impronta, componen el amplio abanico de grafitis hallado en las paredes de la torre. José Benedicto, que trabajó en los años 40 y 50 del siglo XX, es el campanero que más señales ha dejado en su paso por este monumento, en el que también ha aparecido una pared recubierta por completo con billetes de lotería antiguos.
Tras la restauración, se podrá acceder a la torre desde la catedral, como se hacía originalmente. Paralelamente, se ha cerrado el paso que durante décadas permitió entrar a la construcción desde la Casa del Campanero. Se trataba de una abertura realizada en una de las fachadas de la torre que ahora ha sido suprimida al tiempo que se han reconstruido los elementos de esta cara de la construcción. Todo ello podrá ser observado desde la cercana Casa del Deán, que también se está restaurando con vistas a convertirla en un espacio museístico.
El reloj de la torre, con toda su maquinaria, ha sido igualmente restaurado. Además, la limpieza de los muros ha dejado también al descubierto paredes acribilladas por las balas de la contienda civil de 1936.
Gran cambio en el exterior
Con todo, el cambio más notable de esta torre tras su restauración se aprecia en el exterior. Su aspecto ha dado un «giro radical», como señalan los técnicos del Departamento de Vertebración del Territorio del Gobierno aragonés -del que depende la Dirección de Suelo y Vivienda-, gracias a la restauración de la cerámica tradicional turolense verde y blanca que decora sus muros. Este cambio sustancial ya puede verse al haber quedado al descubierto varios metros de la parte superior de la torre.
La restauración del monumento, con cargo al Fondo de Inversiones de Teruel, el Fite, se ha llevado a cabo en tres fases. La primera se desarrolló a comienzos de 2017 y se centró en el remate barroco. La segunda, que ahora se encuentra en su recta final, ha permitido devolver el esplendor al resto de la torre mientras que las obras de la tercera fase se ocuparán de algunos aspectos del interior de la construcción. El montante total de la intervención ascenderá a 1,6 millones de euros.
La torre de la catedral era el último monumento del conjunto mudéjar de Teruel declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986 por la Unesco que quedaba sin restaurar.
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