Aitor y Jorge Arcos construyeron con sus propias manos, algunas maderas de la carpintería familiar, piezas reutilizadas y otras compradas por internet una impresora 3D. La tenían ya lista durante las navidades de 2015 y en los primeros meses imprimieron varias cosas, como llaveros, algunas piezas para su padre o las patas de una silla que se habían roto. También fueron mejorando la máquina de imprimir y es ahora cuando le están sacando un verdadero rendimiento. Se han sumado al movimiento maker e integran el CV19_FAB_TERUEL. A través de él se han descargado el modelo de visera protectora de uso sanitario y les facilitan los materiales para poder trabajar. Los primeros les llegaron el jueves día 26 de marzo y el sábado ya tenían hechas 21 viseras.
Para repartir las pantallas una vez fabricadas cuentan con la ayuda de su padre, Ángel Arcos, que es el propietario de la Carpintería Almar de Orihuela, ahora cerrada por la crisis, y se dedica a distribuir las protecciones por diversos lugares de la Sierra de Albarracín.
“Si vieras la cara del sanitario cuando me ven llevarles esas máscaras, es acojonante, sobre todo agradecen que haya gente que se preocupe por ellos”, relata el padre. De momento ha entregado varias al centro de salud de Orihuela del Tremedal y al de Albarracín, donde también ha dejado algunas en la residencia para mayores.
Otros de los lugares a los que han llegado estas pantallas protectoras fabricadas en el corazón de la Sierra de Albarracín son el cuartel de la Guardia Civil de Orihuela, los centros de salud de Bronchales y Villar del Cobo o la residencia de Terriente. “Son lugares en los que la gente trabaja sin protección porque apenas hay”, relata Ángel, que ha sido el encargado de recorrerlos todos.
De fabricación casera
Desde el grupo de makers de Teruel les llega el hilo que necesitan para la impresión de la diadema, que se ajusta a la cabeza y sobre la que se engarza el plástico que protege todo el rostro. Los dos jóvenes de Orihuela ponen el trabajo y la impresora de fabricación casera que, como ha quedado claro durante esta crisis sanitaira del Covid-19, es plenamente operativa.
Los makers de Orihuela quieren obtener una mayor producción para poder ayudar más y ahora están haciendo otra impresora nueva en la que todas las piezas con de plástico e impresas con la vieja. “Es capaz de imprimir todo lo que se te ocurra y se pueda diseñar”, dice el padre sin ocultar el orgullo que siente por sus dos hijos.
A Aitor y Jorge la solidaridad les viene de familia puesto que su padre no ha dudado en desprenderse de todos los monos de trabajo que utiliza para pintar en la carpintería y a los que, de momento, no va a dar uso. “Son buzos, cubren todo el cuerpo y por ahora no los necesitamos, así que se los he dado a la médica del pueblo”, especifica. También ha entregado alguna caja que tenía de mascarillas para proteger durante la realización de determinadas tareas en su fábrica: “Lo poco que tenía se lo he dado, a ver si entre todos salimos de este mal sueño”, lamenta.
Motores viejos y maderas
La máquina la construyeron con tablas que sacaron de la carpintería del padre y que pintaron de negro. Entre las piezas hay varios componentes caseros y, según explican los constructores, los ejes están formados por varillas roscadas y cilíndricas que encontraron por el taller o reciclaron de máquinas antiguas. Encargaron algunos motores y piezas electrónicas, a la vez que aprovechaban el final de carrera de un viejo microondas y la fuente de alimentación de un ordenador en desuso. Con todo ello y sus conocimientos de ingeniería de telecomunicaciones e ingeniería informática (que son las carreras que estudian) han construido una máquina que está poniendo a salvo a muchos sanitarios de una sierra que está más unida que nunca..
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