Por Javier Ibáñez y Rubén Sáez
La historia se remonta al mes de junio del año 1120. Un poderoso ejército almorávide, procedente de Córdoba, discurre por tierras turolenses. Va comandado por Ibrahim ibn Yusuf, gobernador de Sevilla y hermano del emir Ali ibn Yusuf. Su objetivo era frenar la expansión aragonesa y recuperar la ciudad de Zaragoza. La capital del Ebro había sido conquistada un año y medio antes por el rey Alfonso I el Batallador, que en esos momentos se encontraba asediando la ciudad de Calatayud. Desde allí, el monarca aragonés salió al encuentro de la expedición almorávide. Ambos ejércitos se encontraron en las proximidades de Cutanda, con una victoria aplastante del Batallador.
En un estudio cofinanciado por el Centro de Estudios del Jiloca y ADRI Jiloca Gallocanta dentro del Proyecto Batalla de Cutanda, se reconstruyó el trazado del camino andalusí que recorría la Comarca del Jiloca, y por el que debió discurrir el ejército almorávide de Ibrahim ibn Yusuf. A partir de los resultados del mismo y de la prolongación de las investigaciones hasta el entorno de la ciudad de Teruel, hemos propuesto la creación del «Camino de los Almorávides»; una ruta de carácter eminentemente arqueológico por el Patrimonio Fortificado andalusí.
15.000 soldados
Tanto las fuentes documentales islámicas, como las cristianas, hacen hincapié en la magnitud del ejército almorávide. Ibn Idari indica que estaba formado por 5.000 jinetes y cerca de 10.000 infantes. Al-Maqqari, aunque no lo cuantifica, indica que hubo casi 20.000 bajas en el mismo. La Chronique de Saint-Maixent reduce a 15.000 los almorávides caídos, indicando que se capturaron numerosos prisioneros y 2.000 camellos.
Aún partiendo de la base de que todas estas cifras pudrían estar infladas, lo cierto es que el ejército almorávide era muy numeroso para los parámetros de la época; y requeriría un importante avituallamiento, que diariamente podría superar las 10 toneladas de cereal para las personas, el doble de heno o pastos de calidad para las monturas y animales de carga y unos 100.000 litros de agua para todos ellos. Dado que resulta impensable acarrear todas esas cantidades desde el punto de partida (se necesitaría un suplemento de personas y bestias de carga que incrementarían aún más las necesidades diarias), la mayor parte de los suministros dependerían de las zonas de tránsito.
Es por ello que el ejército debió discurrir por caminos de entidad y contar con puntos claves en los que se concentraría el avituallamiento. Dichos enclaves se corresponderían con las principales posiciones fortificadas, especialmente conforme se fueran acercando al territorio controlado por el enemigo. Y seguramente sería al amparo de esos puntos, donde se instalaría el campamento al final de cada jornada.
Hacia Zaragoza
En la actualidad, el principal vial que une Valencia con Zaragoza discurre por el Alto Jiloca. Y aunque tradicionalmente ésta ha sido la ruta más empleada, en algún periodo histórico quedó relegada a un segundo plano en favor del conocido como Camino del Alfambra-Pancrudo, que acababa convergiendo con el anterior en la zona de Cuenca Buena – Campo Romanos.
La etapa estudiada fue uno de esos momentos; ese es un punto esencial para explicar por qué la batalla tuvo lugar en Cutanda, pese a estar relativamente alejada del corredor del Jiloca. Al-Idrisi, geógrafo andalusí coetáneo a los acontecimientos, lo corrobora, al indicar que el trayecto entre Valencia y Zaragoza era de nueve jornadas y que pasaba por Cutanda.
La pérdida de la primacía del Camino del Alto Jiloca durante este periodo ya fue apuntado por destacados investigadores, como los profesores Antonio Gargallo y Antonio Ubieto Arteta. En ella debieron concurrir diversos factores, como la existencia de problemas en el Alto Jiloca (¿incremento del área pantanosa por la surgencia de la fuente de Cella?) y la proximidad de un camino alternativo que unía Zaragoza con la costa castellonense y que podría discurrir cerca de Alfambra.
La identificación del camino
Para determinar el hipotético trazado del camino andalusí que unía Valencia y Zaragoza por el Alfambra, ha sido necesario combinar dos métodos de trabajo. Por una parte, el estudio de la red tradicional de caminos existente en la primera mitad del siglo XX y su relación con los sistemas parcelarios agrícolas creados durante la repoblación aragonesa y con los sistemas de irrigación documentados; esta investigación nos ha permitido detectar los viales más antiguos conservados, que ya existían una centuria después de los acontecimientos estudiados.
Esta información se ha puesto en relación con los asentamientos islámicos conocidos en el territorio, detectándose la existencia de una densa red de enclaves que podrían estar relacionados con esas antiguas trazas viales.
El Camino de los Almorávides
A partir del hipotético trazado del vial andalusí y tomando como hilo conductor la fallida expedición de Ibrahim ibn Yusuf, se ha propuesto la creación del Camino de los Almorávides, en la que aúnan esfuerzos la Asociación para la Recuperación de los Castillos Turolenses (ARCATUR) y la Asociación Batalla de Cutanda. Aunque el itinerario se ha diseñado inicialmente para automóvil, también está prevista su adecuación como ruta senderista, discurriendo en este caso por el viejo camino andalusí.
Partiendo de la ciudad de Teruel, el itinerario está jalonado de paradas en Villalba Baja, Cuevas Labradas y Peralejos. En el municipio de Alfambra se documenta una elevada densidad de puntos de interés; destaca el Castillo, principal fortaleza islámica existente en este tramo del valle, que pudo servir de punto de aprovisionamiento y acampada de la antepenúltima jornada de la expedición almorávide. El camino continúa, con puntos de interés en las proximidades de Perales de Alfambra y Rillo, hasta alcanzar Pancrudo, cuya fortaleza pudo ser el punto final de la penúltima jornada previa a la Batalla.
En Pancrudo, la ruta se bifurca, en función de las dos alternativas existentes. El trazado más rápido y cómodo para el camino andalusí es por Alpeñés (que también conserva restos de una pequeña fortaleza) y el Angosto de Villagarda (otra interesante posición andalusí, sobre la que se instaló una efímera aldea cristiana). Pero el Angosto es un punto muy propicio para una emboscada, especialmente si se tiene en cuenta la cada vez mayor proximidad al territorio en el que operaban las tropas aragonesas. La otra alternativa era la de dirigirse hacia el lugar en el que actualmente se encuentra Portalrubio y cruzar el Puerto Mínguez o Venta del Diablo, una ruta algo más segura para la expedición almorávide.
Ambos trazados vuelven a converger en la parte más alta de la vega de Torre de los Negros, municipio en el que, al igual que en Barrachina, se plantea efectuar al menos una parada. Un poco más adelante, la ruta llega hasta Cutanda, última escala de la expedición almorávide, donde también hay diversos puntos de interés.
Tres fortalezas
En resumen, el Camino de los Almorávides discurre junto a las tres principales fortalezas que debían articular el territorio recorrido (los castillos de Alfambra, Pancrudo y Cutanda), por interesantes conjuntos de «cuevas defensivas» distribuidas por todo el valle del Alfambra y por numerosas posiciones fortificadas, algunas destinadas a controlar el camino y otras asociadas a núcleos de población (alquerías). Para acabar en lo que se ha identificado como el posible último campamento almorávide, previo al enfrentamiento con el ejército aragonés; cerca de este último debe estar el escenario en el que se dirimió este importante episodio bélico, cuya ubicación aún no hemos podido precisar.
En la actualidad se está trabajando en múltiples aspectos del Camino de los Almorávides, como la puesta en valor del Castillo de Alfambra (también integrado en la Ruta de los Castillos de las Órdenes Militares) y de otros emplazamientos destacados del recorrido. Paralelamente, se está preparando un proyecto de señalización y colocación de mesas de interpretación en los principales hitos del itinerario. Y se está elaborando una guía turístico-cultural de la ruta y de la Batalla de Cutanda, cuya publicación está prevista para el próximo otoño, momento en el que también se editarán los correspondientes trípticos turísticos. Por último, también se está estudiando la forma de integrar este recorrido en la celebración del 900 aniversario de este crucial acontecimiento bélico, que tendrá lugar el año que viene.
En los próximos meses esperamos que el Camino de los Almorávides sea ya una realidad. Una nueva ruta temática que integre partes destacadas de nuestro Patrimonio Cultural. Y un nuevo incentivo a la visita turística de uno de los territorios más interesantes y desconocidos de nuestra provincia.
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