En los años 70 del pasado siglo Segundo de Chomón era un completo desconocido a pesar de que décadas antes había contribuido a configurar el lenguaje y la técnica cinematográfica en Francia e Italia, donde estaban las mecas de la industria mundial del séptimo arte antes de que irrumpiera Hollywood en la costa oeste de los Estados Unidos.
Hoy día se sigue encontrando la huella de Chomón en muchas películas, por más avances tecnológicos que se hayan producido y de que la imagen digital se haya impuesto a la analógica. El pionero turolense está presente en las cintas de Harry Potter que tanto fascinan al público familiar, y que todavía recurren a efectos clásicos como la animación stop motion, que consiste en rodar fotograma a fotograma. Y lo está también en las películas de Tim Burton, en numerosos comerciales de televisión y por supuesto también en Internet, donde se le rinde culto y es posible disfrutar de algunas de sus películas.
Chomón murió hace 90 años como consecuencia de su pasión por la imagen, ya que su salud se agravó a consecuencia de un viaje de trabajo realizado a Marruecos para investigar sobre la fotografía en color.
Esa faceta científica de Chomón tal vez sea la menos conocida frente a sus grandes aportaciones que hizo al cine, como el uso narrativo del travelling, el montaje interno dentro del cuadro, o la animación fotograma a fotograma que dio lugar a tantos trucajes increíbles en sus películas, que resultaban fascinantes no solo entonces sino también hoy porque los hacía de forma totalmente artesanal y no han perdido su encanto.
Junto con el ingeniero suizo Ernesto Zollinger, Chomón diseñó un sistema para el rodaje de películas en color que recibió el Diploma de la Gran Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Fotografía, Óptica y Cinematografía de Turín celebrada en el año 1923. El resultado de ese invento fue la película argumental La Mimosa y un trabajo documental que se convirtieron en los primeros filmes en color del cine italiano.
Es también en ese año cuando regresa a París, de donde era su compañera Julienne Mathieu. Allí seguirá trabajando en el cine como experto en trucajes, colaborando entre otros con Abel Gance en su mítico Napoleón de 1926, donde se utilizó un sistema de proyección panorámico que puede considerarse un precedente del Cinerama.
A la par, Chomón no dejaría de investigar sobre el cine en color. Lo hará en esta ocasión para Keller-Dorian, con quien quiere impulsar un sistema de color por tricomía, además de trabajar en las posibilidades que para la fotografía podían tener los rayos ultravioletas.
Para experimentar ese sistema de cine en color viaja a Marruecos en 1928. La gran luminosidad del país africano era idónea para este registro de imágenes fotográficas y es a su regreso a Francia cuando se siente enfermo. A principios de 1929 su estado de salud se agrava y es ingresado en el hospital Tenon de París, en donde morirá el 2 de mayo de ese año.
Chomón tenía entonces 57 años y fue enterrado en el cementerio Pantin, si bien a los cinco años de su muerte sus restos fueron arrojados a la fosa común del camposanto. Fue el inicio de un olvido que no empezó a recuperarse hasta los años 70, que es cuando su cine comienza a ser reivindicado en Francia y España.
Es en 1971 cuando el Festival de Cine de Annecy, en Francia, proyecta uno de sus grandes filmes, El hotel eléctrico, y el público y los críticos de cine quedan impresionados. La proyección tiene lugar con motivo del centenario de su nacimiento y en España se repite la misma exhibición en la IV Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Sitges.
Será también ese año cuando en el número 6 de la calle Chantría de Teruel, donde nació Chomón, se coloque una placa conmemorativa con motivo del centenario del nacimiento. Hace dos años se renovó la placa dentro de la Semana Modernista de Teruel.
Manuel Rotellar, José Francisco Aranda, Fernando Méndez-Leite, Carlos Fernández Cuenca, Juan Gabriel Tharrats, Pascual Cebollada, Agustín Sánchez Vidal, y más recientemente Joan M. Minguet Batllori, han publicado en las últimas décadas diversos estudios sobre el cineasta turolense, además de haberse hecho varías películas documentales.
En Teruel, buena parte del mérito de su recuperación la tuvo el Festival de Cine y la Sala Maravillas junto a los profesores Gonzalo Montón, Fernando Muñoz y María Jesús Pérez, gracias a los cuales hoy un instituto de enseñanza lleva su nombre.
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