Setenta emplazamientos que convierten la provincia de Teruel en un lugar único para los amantes de la naturaleza, accesibles, eso sí, solo a alpinistas que más allá de retos personales verticales buscan en la práctica de la escalada la fusión con la montaña a través de pedazos de territorio vírgenes, agrestes y en algunos casos casi inexplorados. Es lo que ofrece Aristas y Crestas de Teruel, el último lanzamiento de la editorial Prames firmado por el turolense Javier Magallón, dirigido a un público especializado y que tiene como objetivo promocionar la práctica del alpinismo clásico y la escalada tradicional y también reivindicar la provincia de Teruel como un territorio con múltiples posibilidades a este respecto, al nivel de otros mucho más conocidos –y transitados– por toda España.
Prologado por Eduardo Martínez de Pisón, geógrafo y uno de los alpinistas más reputados de Europa, y epilogado por Armand Ballart, escalador, autor de Terapia Vertical y pionero en la apertura de numerosas vías de escalada, algunas de ellas en Teruel, Aristas y Crestas de Teruel cuenta con numerosas colaboraciones, desde escaladores que han compartido cordada con Javier Magallón en la realización de la obra hasta otros que han proporcionado sus conocimientos, datos en la investigación de las crestas o que abrieron en su día alguna de las vías que reseña la obra. Nombres como Joan Tirón, Diego Miralles Mija, Pilar Catalán, Santi Gracia, Pedro Pascual de Anca, Nieves Espín, Jeza Espín o el fotógrafo Uge Fuertes, y así hasta una cincuentena de nombres.
El libro reseña crestas por el Maestrazgo, Cuencas Mineras Matarraña, Comunidad de Albarracín, y también Gúdar-Javalambre e incluso el sur de la comarca de la Comunidad de Teruel. Se trata de una mimada selección que a juicio de Javier Magallón merecen protagonismo por su belleza, por las sensaciones que producen o por lo inexploradas que están. No son todas las que existen ni necesariamente las más complejas de la provincia, aunque todas ellas son solo accesibles para escaladores con experiencia y algunas de ellas están catalogadas con dificultad extrema.
Paraísos para el alpinista
Por nombrar uno de los lugares más impresionantes a juicio de Javier Magallón, que ningún alpinista debería perderse en la provincia de Teruel, destaca La Hoces del Guadalope, un punto situado entre los términos municipales de Cuevas de Cañart, Ladruñán y Villarluengo, donde pueden encontrarse cinco crestas en un recorrido de 21 kilómetros río arriba. “Es lo que más me ha llegado al alma porque es un lugar espectacular. Allí no hay nada, más que montaña y silencio. Son formaciones impresionantes de muy difícil acceso, excepto la primera a la que se llega en coche, e incluso a veces no se puede según el agua que baje por el río. Pero cuando te metes allí estás en otro planeta, en un lugar que parece otra dimensión”.
Precisamente esa soledad de los terrenos agrestes y vírgenes que todavía pueden encontrarse en Teruel, de las crestas por las que, en algunos casos no ha pasado nadie desde que hace diez o quince años fueran abiertas, es lo que más seduce a Javier Magallón, y lo que ha tratado de transmitir en el libro. “Recorrer esos lugares es una aventura en sí mismo. Acceder allí, hacer la aproximación… en muchos casos has vivido un montón de sensaciones antes incluso de empezar a escalar”.
Eso resume la filosofía con la que ha sido concebido Aristas y Crestas de Teruel, que su autor describe como “un viaje introspectivo a través de la provincia”. Y es que a pesar de que es un libro eminentemente técnico, con todos los datos e informaciones que necesita un escalador para realizar las 70 crestas, contiene otros otros que le sobrarán a quien entienda la escalada como una mera práctica deportiva de salón, que puede realizarse sin salir del rocódromo. “No es eso lo que a mi me interesa. A mí me interesan los lugares especiales, que son especiales porque solo se puede acceder a ellos gracias al alpinismo, y las sensaciones únicas que te ofrecen”.
Cada una de las 70 crestas reseñadas están acompañadas de hecho por un texto vivencial con el que Magallón trata de despertar el interés por ellas, que tienen que ver con el lugar, su historia, su fauna o sus peculiaridades. Elementos que cada vez interesan más a Magallón como montañero, “quizá influenciado por Lítica”, bromea, un libro que publicó junto a Pilar Catalán en el que se reseñaban piedras y rocas singulares de la provincia desde un punto de vista eminentemente antropológico y cultural.
Todos los detalles técnicos
Sin embargo el libro no deja de ser una guía técnica dirigida a público escalador, y también incorpora una descripción gráfica y textual de la vía, indicaciones muy detalladas sobre el acceso, la aproximación y el desarrollo de la cresta, con todos sus hitos y material necesario, y datos sobre su longitud y su graduación técnica y alpina de dificultad. “Lo que tienen en común la mayor parte de estas crestas es que son exigentes y, en muchos casos, casi inexploradas”, explica el alpinista. “Desde luego también están las más conocidas o concurridas, pero muchas de las que pueden encontrarse en el libro son absolutamente vírgenes, hasta el punto de que apenas ha pasado por allí nadie desde que fueron abiertas hace diez o quince años, normalmente por montañeros catalanes”.
A ese respecto, otro de estos lugares mágicos que no puede dejar de mencionar Magallón es el Barranco de l’Escresola, en Peñarroya de Tastavins. “De Peñarroya todo el mundo conoce las Rocas del Masmut, pero también podemos encontrar els Mollons, que son formaciones también de conglomerado muy parecidas al Masmut, pero completamente vírgenes y solitarias. Sitios salvajes y por descubrir”.
“Para mí es muy seductor que, en pleno siglo XXI”, concluye Magallón, “en Teruel todavía siguen existiendo lugares así. Aquí un escalador puede sentir cosas que difícilmente sentirá en otros lugares”.
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