De Teruel se dicen muchas cosas, que es la ciudad del amor, pues allí se forjó la historia más pasional y bella de todos los tiempos, la de Isabel de Segura y Diego de Marcilla. Que es la provincia del cine, pues sirvió de inspiración y musa de genios como Segundo de Chomón y Buñuel. Que sus pueblos, calles y monumentos están llenos de un arte mudéjar que ya es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que hace millones de años los dinosaurios dejaban su huella sin saber que estaban creando yacimientos arqueológicos asombrosos admirados alrededor del mundo. De Teruel se dicen muchas cosas, que es plural, rica y que sus paisajes son tan bonitos que son difíciles de describir. De Teruel se dicen tantas cosas que no es de extrañar que sea la provincia española que más Pueblos Bonitos acumula, concretamente son siete, según la asociación que premia la belleza de los municipios: Albarracín, Calaceite, Mirambel, Cantavieja, Puertomingalvo, Rubielos de Mora y Valderrobres.
1. Albarracín
Visitar Albarracín es como hacer un viaje en el tiempo al medievo. Sus calles empedradas, sus cuestas y sus casas llenas de encanto son un lugar ideal para perderse. Su Conjunto Histórico está declarado como Bien de Interés Cultural y aspira a ser Patrimonio de la Unesco. Y motivos no le faltan y es que la belleza de la catedral y de las iglesias de Santiago y Santa María, la pintoresca Plaza Mayor, el Museo Diocesano y el curioso Museo del Juguete bien son merecedores de tal reconocimiento.
Albarracín es una de esas localidades en la que lo mejor es perderse, pues en cada rincón puedes encontrar una joya arquitectónica y patrimonial y tesoros como la casa Julianeta que parece que desafía a la gravedad al estar en una pronunciada pendiente. Además, si quieres viajar hasta la prehistoria no puedes perderte Mar Nummus, una de la subsedes de Dinópolis, donde verás fósiles y especies submarinas que habitaron los mares hace millones y millones de años.
2. Calaceite
Hubo una vez que por las calles empedradas de Calaceite paseaban bellas y nobles damas y apuestos caballeros y es que este municipio se caracteriza por el aire señorial que invade a todos aquellos que están dispuestos a perderse por él. Casas señoriales, capillas, arcos e iglesias se suceden a lo largo de una pintoresca villa que se articula en torno a la plaza Mayor.
Destaca la plaza de España, la capilla de San Roque, el Museo de Juan Cabré dedicado al arqueólogo que impulsó las excavaciones en la localidad, la iglesia parroquial de la Asunción o La Bassa históricamente utilizada para recoger agua y llamativa por sus grandes dimensiones.
3. Mirambel
Mirambel es una de esas villas en las que la belleza te embriaga en cada rincón. Su casco histórico es uno de los más bellos de Aragón y fue merecedor del Premio Europa Nostra a la conservación. Las celosías del portal de las Monjas llamarán tu atención por su singularidad y belleza. Y es que Mirambel esconde muchos secretos y particularidades como que es una de las pocas villas medievales en las que toda la población se desarrolló intramuros.
Apenas quedan unos retazos del castillo, pero incluso en esos restos se puede imaginar la magnitud e importancia que tuvo en esta villa medieval. El ayuntamiento, los palacios renacentistas Casa Aliaga y Casa Castellot, la Ermita de San Martín o la de San Roque son las paradas imprescindibles en este pintoresco municipio.
4. Cantavieja
Ver Cantavieja a vista de pájaro es imaginarse a nobles sobre caballos y a las tropas del reino defendiendo una villa medieval situada a 1300 metros de altitud. Amurallada y rodeada de una gran vegetación, la localidad destaca por tener uno de los dos únicos sepulcros góticos de alabastro que hay en Aragón. Este se encuentra concretamente en la iglesia de San Miguel, una joya arquitectónica que compone uno de los mayores atractivos de la localidad.
En el interior de la torre de la Iglesia de la Asunción podrás descubrir una de las escuelas más antiguas que se conservan en Aragón y que data de 1918. Además, si eres de aquellos que buscan un remanso de paz en medio de la naturaleza te recomendamos seguir los senderos que te llevarán al Mirador de la Tarayuela, La fuente de la Faldrija o las orillas del río Cantavieja para disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor.
5. Puertomingalvo
Puertomingalvo es una pequeña villa en la que hay grandes cosas como un imponente castillo del siglo XI, la iglesia de la Purificación y San Blas, en las que destaca una impresionante portada y una Calle Mayor empedrada que te adentra en los tesoros del pintoresco municipio.
Perderse por las calles empedradas de Puertomingalvo es la mejor manera de conocer y descubrir los secretos del municipio. Uno de ellos es la Casa Llorens, un edificio construido entre los siglos XVI y XVII que sorprende por la buena conservación y por los minuciosos detalles que todavía se pueden ver en él.
Y si prefieres un tipo de turismo de naturaleza, no puedes no visitar la cascada «El Arquero» a través de un bonito y cuidado sendero que te hará relajarte y disfrutar de unas impresionantes vistas.
6. Rubielos de Mora
Desde que en el siglo XII Rubielos de Mora recibiese un impulso artístico por la llegada de numerosos nobles, este municipio se ha convertido en un imprescindible. Sus calles, sus edificios y todo su entorno conforman un paisaje único que nadie puede perderse.
Su principal curiosidad está en su iluminación. Las casi doscientas farolas que adornan sus calles cuentan con diseños particulares, realizados por dos artistas del municipio. Animales, películas o nombres representan algunas de las localizaciones de una localidad que alberga también dos museos: uno dedicado a Salvador Victoria, exponente del impresionismo; y otro a José Gonzalvo, el hombre detrás de las farolas y todo un referente de la forja.
7. Valderrobres
De Valderrobres es fácil enamorarte con una simple mirada desde la lejanía. Incluso que te conquiste para siempre cuando camines por sus calles medievales que han conseguido que se catalogue a esta localidad como Conjunto Histórico. Cruzar su puente de piedra, atravesar la muralla por el portal de San Roque y, de repente, sumergirte en un escenario con aroma a cultura y arte.
Por ejemplo, destaca la arquitectura gótica en monumentos como la iglesia de Santa María o el castillo-palacio de Valderrobres, sin olvidar su Ayuntamiento, claro y brillante ejemplo de palacio del Renacimiento de la Comunidad Autónoma.
Tampoco conviene olvidarse de lo que aporta a los amantes de la naturaleza, ya que a apenas unos minutos en coche se encuentra el observatorio de aves de Mas de Bunyol, donde poder observar una reserva de buitres salvajes al refugio de una antigua casa rústica.
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