Entrevista a Eloy Cutanda, investigador las élites y la hacienda de la Sierra de Albarracín
El Cecal (Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín) ha publicado parte de la tesis doctoral de Eloy Cutanda, en la que se analizan las élites y la hacienda de la Comunidad de Albarracín, una agrupación de aldeas que todavía hoy comparte un patrimonio común. El trabajo lleva por título ‘La Comunidad de Albarracín en siglos XVI-XVII. (Hacienda, elites y poder).
– La publicación habla del papel de las élites en la Comunidad de Albarracín, ¿tan relevantes fueron en su historia?
– Hay que verlas en su contexto, son élites rurales que tienen su parcela de poder en la Comunidad de Albarracín y extienden sus redes o tienen contactos con otros miembros de las élites de Zaragoza o Madrid. Así, el hermano de uno de los miembros de esta élite fue médico en la corte de Madrid, otros tuvieron contacto con la corte del Justicia de Aragón. Era una élite rural, muy ceñida a la tierra pero con contactos Madrid, Valencia, Zaragoza.
– ¿Cómo surgen estas agrupaciones de aldeas?
– Las comunidades son fenómenos de repoblación que se inician en la Edad Medida. En Aragón hay cuatro, la de Teruel, Albarracín, Daroca y Calatayud. Son una forma más de administrar el territorio, de organizar la recogida de impuestos, de administrar la justicia, no se si a modo de las comarcas actuales pero sí de forma un tanto parecida.
– La Comunidad tenía un gran peso en ese siglo XVI, ¿en qué se fundamentaba su economía?
– Cada comunidad tiene su peso económico específico. En Albarracín está claro que son los pastos, las dehesas y la ganadería, pero no hay que olvidarse de los pequeños agricultores y ganaderos.
– El modelo de gestión de la comunidad de aldeas ha llegado hasta hoy…
– Sí, otras se extinguieron en 1837, pero la de Albarracín siguió existiendo porque había un patrimonio común entre la ciudad y las aldeas que se sigue conservando. La Comunidad de Teruel pervivió bastante, hasta el siglo XVIII, pero con atribuciones muy mermadas. La ciudad y las aldeas estaban muy separadas, no tenían trato. Pero en Albarracín para bien o para mal tienen un patrimonio indiviso y no les quedó más remedio que ponerse de acuerdo para administrarlo. Es muy interesante que una comunidad histórica exista y que siga existiendo.
Fuente: Diario de Teruel
Fecha: 17/09/2010
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