La fisura de la corteza terrestre, producida hace miles de años, atraviesa la ciudad desde la zona del Planizar hasta Villaspesa.
Dos zanjas abiertas en la zona del polígono Pinilla, al sur de Teruel, permitirán desentrañar los secretos de la falla de Teruel, una grieta producida en la corteza terrestre hace miles de años que fue responsable del último terremoto de importancia registrado en la capital, en 1993. Ese movimiento sísmico, que alcanzó 3,5 grados en la escala de Richter con epicentro en Cubla y Villel, causó gran alarma entre la población, aunque ningún daño.
Un equipo de investigadores de la Univerdidad de Zaragoza, dirigido por el catedrático de Geodinámica, José Luis Simón, realiza excavaciones en las dos trincheras, abiertas en plena falla, en una muela situada enfrente del Puntal de Pitraque. Están financiadas por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
El objetivo de esta actividad, que ya se inició hace cuatro años en la falla de Concud -su gemela al norte de Teruel-, es conocer el riesgo sísmico de una amplia zona del entorno de la capital, la frecuencia de los movimientos y su magnitud. Hasta ahora, se ha podido constatar que la actividad tectónica es constante en los últimos 70.000 años, un periodo relativamente corto para los geólogos.
Los investigadores estudiarán durante tres semanas los materiales que integran los sedimentos y recogerán muestras de las diferentes capas. Porteriormente analizarán su composición para determinar su cronología.
Nueve kilómetros
La falla de Teruel discurre a lo largo de 9 kilómetros por el subsuelo de la capital desde la zona del Planizar, al norte, hasta Villaspesa. Atraviesa, entre otros espacios, la rotonda de la Fuenfresca, en el cruce de la carretera de Castralvo, o la plaza de toros. La falla de Concud mide, por su parte, 13 kilómetros.
Carlos Liesa, uno de los investigadores, señaló que la magnitud de los terremotos está directamente relacionada con el tamaño de estas fisuras milenarias. Añadió que, si bien falta todavía mucha información por conocer, el contexto de la zona excavada «es similar a cuando se producían movimientos».
Las dos zanjas excavadas en el terreno, de 25 metros de longitud por 4 de profundidad, presentan registros muy claros de las alteraciones producidas en los estratos del suelo. Su análisis posterior permitirá conocer las pautas que sigue la actividad sísmica. Los estudios de la falla de Concud pudieron determinar, por ejemplo, que se produjo un gran terremoto hace 15.000 años. Liesa explicó que las fosas de Teruel son únicas para estudiar estructuras tectónicas «de este calibre extensional».
Fuente: Heraldo
Fecha: 11/11/2011
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