La cosa va de castillos, pueblos medievales y mucha calma en una provincia de enorme potencial. Teruel es Albarracín, Valderrobres, Cantavieja… y muchos otros nombres que querrás añadir a tu lista de escapadas pendientes.

albarracín, teruel
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Si nos hemos adentrado en el norte de Cáceres, recorrido la Costa Cálida de Murciaasomado a la Rioja y escapado a los campos de lavanda de Brihuega, ¿cómo no íbamos a proponer un paseo por los pueblos más bonitos de Teruel? En un año en el que reivindicar los grandes tesoros de nuestro territorio está a la orden del día, los pueblos han sido los eternos protagonistas para desconectar. Ahora le llega el turno a los cascos históricos turolenses que no debes dejar de visitar.

Si tienes un día o estás de paso, pon rumbo a Albarracín, la joya de la corona. Si estás disfrutando de un fin de semana largo, acércate a la comarca del Matarraña, donde tampoco faltan los pueblos medievales como Valderrobres ni las rutas en la naturaleza. Si vas a disfrutar de cuatro o cinco días, termina en el Maestrazgo, donde pueblos como Cantavieja te harán retroceder en el tiempo.

Un clásico: la sierra de Albarracín

albarracín, teruel
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Aunque a veces el adjetivo ‘espectacular’ se usa a la ligera, no hay otra palabra que defina a Albarracín. Es sin discusión uno de los pueblos más bonitos de España y eso se lo debe, en parte, a la muralla defensiva de origen musulmán que desfila sobre el promontorio rocoso en el que está encaramado. Desde aquí la vista de fachadas rojizas es insuperable. Cuando nos adentramos en su casco histórico, la belleza continúa en su Plaza Mayor y en el aire medieval que se desprende bajo los arcos y entre las estrechas calles que se dibujan. Destaca la catedral de El Salvador del siglo XVI, de minucioso retablo y vistosa torre, así como el Palacio episcopal, que conserva una importante colección de tapices. Hay que reconocerlo: aquí hay un mirador a cada paso.

La Sierra de Albarracín cuenta con cantidad de atractivos naturales que se transformarán en un agradable paseo, como la cascada del Molino de San Pedro, la cascada de Calomarde o la ruta por el barranco de la Hoz.

Lo mejor del Matarraña

Cerca de la frontera con Cataluña encontramos esta comarca bañada por las aguas del río Matarraña. Un paisaje verde y sostenible donde piedra y agua son protagonistas, sin olvidar los pueblos que atrapan a cada paso.

Valderrobres

Un puente medieval que cruza sobre el río Matarraña y a su vez nos deja frente al Portal de San Roque, nuestro acceso coronado con almenas a este deseado casco amurallado. Entre cuestas, pasadizos y tramos de escaleras, las calles de piedra de Valderrobres nos seducen. El primer flechazo lo sentimos al acceder a su plaza principal, donde el edificio más destacable es el que da cobijo al Ayuntamiento, una construcción porticada y renacentista de finales del XVI. Sin embargo, los dos protagonistas absolutos son el castillo, antiguo palacio de la realeza de Aragón con una silueta dentada que asoma en las mejores panorámicas de la localidad, y la iglesia Santa María la Mayor, con un enorme rosetón de estilo gótico y un interior de líneas puras donde la belleza radica en la sencillez de sus muros de piedra.

Calaceite

calaceite, teruel
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Si algo caracteriza a Calaceite es que sus calles siguen siendo un fiel espejo de la arquitectura que aquí eclosionó en el siglo XVIII. Lo más bonito sin duda es su Plaza de España ya que desde aquí se articula el resto del municipio. Destacan los distintos tramos de arcos que se deslizan bajo el edificio del Ayuntamiento o nos abren paso por otros caminos como la Calle de la iglesia, donde se alza la descomunal fachada de la iglesia de la Asunción. Lo primero que te llamará la atención son sus robustas columnas salomónicas. Si os preguntáis quién era Juan Cabré y por qué en Calaceite hay un museo que lleva su nombre, sabed que este arqueólogo, natural de la localidad, descubrió las primeras pinturas rupestres en Albarracín.

Un pequeño tour por los alrededores de Calaceite nos llevará hasta la ermita de San Cristobal, opción inmejorable para disfrutar de las vistas del Matarraña, y hasta el poblado ibérico de San Antonio, donde permanecen los restos de uno de los poblados más importantes del Bajo Aragón turolense.

Beceite

También en Beceite encontramos edificaciones históricas, como su puente de piedra, la ermita de Santa Ana, la del Calvario o los distintos portales que daban acceso a sus antiguas murallas. Sin embargo, más que un paseo por sus calles, lo que hace de imán para multitud de viajeros es el Parrizal de Beceite, ubicado a 20 minutos del pueblo.

parrizal de beceite
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Encajado en los Puertos de Beceite, la ruta del Parrizal sucede entre paredes de piedra junto al cauce del río Matarraña. Un recorrido sencillo que se puede hacer con niños donde las estrechas pasarelas de madera nos permitirán cruzar el caudal y asomarnos sobre las pozas cristalinas. Durante aproximadamente una hora nos adentraremos en un sendero cada vez más imponente y espeso, tomado por un manto verde, hasta alcanzar Los estrechos, un cañón que se reduce hasta el metro y medio de ancho pero se alza 60 metros sobre nuestras cabezas. En total, aproximadamente seis kilómetros (ida y vuelta) de precioso paisaje esculpido por el tiempo.

Puedes seguir explorando la Matarraña en otros pueblos preciosos como La Fresneda, dominada por su iglesia de Santa María la Mayor, o subir ligeramente hasta el Bajo Aragón para llegar a Alcañiz, siempre bajo el abrigo del castillo de los Calatravos y custodiado por la imponente colegiata de Santa María la Mayor.

alcañiz, teruel
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Adentrándonos en el Maestrazgo

La belleza continúa hacia el este, en una comarca donde los cascos históricos monumentales y los paisajes más puros seguirán definiendo nuestra hoja de ruta.

Cantavieja

cantavieja, teruel
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Quizás lo que más nos guste de Cantavieja es la naturalidad con la que sus casas permanecen impasibles en el borde del peñón sobre el que se sostienen a 1.300 metros de altura. También que en su entramado de calles van apareciendo lugares como la plaza de Cristo Rey, donde se ubica la iglesia nuestra Señora de la Asunción. Apunta: no podremos despedirnos de Cantavieja sin adentrarnos en los restos del castillo templario o hacer una visita al Museo de las Guerras Carlistas.

El punto más meridional de esta ruta por el Maestrazgo lo pondrá La Iglesuela del Cid. Aquí abundan las casas palaciegas, aunque la localidad es reconocible precisamente por el binomio que forman la torre de los Nublos y el campanario de su iglesia.

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Mirambel

Si en cambio continuamos hacia el norte, a escasos 15 minutos de Cantavieja desembocamos en Mirambel, otra muestra de cómo era la vida entre murallas siglos atrás. Accederemos a través del Portal de las Monjas Agustinas, fácilmente reconocible por sus bellas celosías. Casas señoriales y una iglesia que vuelve a ser protagonista, aunque ahora es todo su casco histórico, que parece tallado en piedra, lo que roba nuestra atención. Lo mismo le sucedió a tantos directores de cine que, como Ken Loach, convirtieron su autenticidad en un set de rodaje.

mirambel, teruel
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¿Qué más ver en Teruel?

Si algo hemos aprendido es que Teruel cuenta con muchísimos pueblos que merecen ser visitados. Lo único que necesitamos es tiempo para ampliar la ruta. Una visita al sur de la provincia encierra propuestas como Mora de Rubielos, famoso por su castillo excepcionalmente bien conservado. También Puertomingalvo, donde igualmente despunta una fortaleza afincada en la roca que custodia el municipio.

castillo de peracense, teruel
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El norte de Teruel tampoco se queda atrás. La detallada torre mudéjar que vemos adosada a la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora ya hace que una visita a Albalate del Arzobispo merezca la pena mientras que si nos adentramos en la comarca de Cuencas Mineras, nos esperan desafíos como las rutas por los cañones del Río Martín. Lo bueno continúa hasta el final y en esta ocasión apunta alto, como la torre mudéjar de Olalla, y se tiñe de rojo, como el Castillo de Peracense, ambos en la comarca del Jiloca.

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