La recreación de Las Bodas de Isabel de Segura vive su día grande
“Ni en contienda ni en batalla, sino en Teruel y a las puertas del cielo” murió ayer Diego de Marcilla tras dar a su amada mil y una razones para que le regalara al menos un beso, solo uno. “Un beso que nos convierta en una y no en dos medias almas condenadas a suplicar por un beso”.
Diego e Isabel vistieron ayer con hermosas palabras un amor desgarrador, desesperado, imposible y trágico al que no le pesan los siglos y que llena de vida las calles de Teruel. La historia universal de los amantes que no se encuentran, que estiran los brazos para rozar sus manos sin llegar a cogerse volvió ayer a convertirse en imagen, en historia de carne y hueso, primando la esencia de la leyenda.
El bullicio y la alegría que Diego encontró a su llegada a la ciudad por el Portal de Daroca no hacía sospechar la tragedia con la que terminaría la noche. Ese recibimiento le sorprende y le abruma, no entiende muy bien que él sea el protagonista de los vítores y se le escapa que también las celebraciones en la ciudad responden a que se celebra una boda.
Diego muestra esa sensación ante el público en una escena que este año se desarrolló en la plaza del Seminario en lugar de en la torre de San Martín, donde los espectadores pudieron ver mejor esa parte de la recreación con la que arranca uno de los actos más emotivos del fin de semana.“Todo está alcance de la mano, pero todo me parece increíble” dice Diego, que ya sueña con su amada “una dama que más que dama es una diosa”.
Fuente: Diario de Teruel
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