Alguien te ha avisado, sabes un poco a lo que vas, pero la sensación de recorrer por primera vez las calles del casco antiguo de Albarracín es indescriptible, o casi. Hay que elegir bien, eso sí; las escaleras despacito, para no perder el resuello, y las curvas a poca velocidad, para no dejarse ni una esquina por ver. A pesar del crecimiento geométrico del turismo en las dos últimas décadas, Albarracín sigue transmitiendo paz a sus visitantes. Además, hay mucho que ver; las iglesias de Santiago y Santa María, la Casa Museo de la familia Pérez y Toyuela, el Museo del Juguete para los más peques y, por supuesto, la Casa de la Julianeta, quizá la fotografía más repetida en los perfiles de redes sociales de todos aquellos que visitan Albarracín.
A simple vista, la casa es extraña. De hecho, ahí radica su encanto; en esas irregularidades de construcción. La Fundación Santa María la restauró respetando su disposición original, con espacios sobrepuestos conectados a través de escalinatas. Con su rehabilitación se crearon dos pequeños estudios destinados a residencias y talleres artísticos.
Uno de los grandes símbolos de Albarracín es, sin duda, el castillo. Desde el peñasco sobre el que se asienta puede verse perfectamente cada rincón del conjunto urbano. De origen musulmán, tiene once torres de planta circular y un único torreón cuadrado al sur, en el tramo mural de edad cristiana y aspecto diferente. Las murallas también son una visita obligada; el primer recinto amurallado (también de época musulmana) no tiene torres y sí un acceso cercano a la actual Plaza Mayor. En el segundo recinto están las murallas de mayores dimensiones; se cree que durante el siglo XIV se acometió una gran reconstrucción del recinto, con nuevas torres y almenas para asegurar la defensa de la ciudad. Para visitarlas hay tres opciones; subir por la calle del Chorro y después por unas escaleras hasta el arranque del camino, tomar la calle Subida a las Torres desde la iglesia de Santiago o subir por el Portal de Molina.
El Museo de Albarracín
Inaugurado en 1990, se asienta en el edificio del hospital, que data de finales del siglo XVII y también sirvió como cárcel. La planta baja se reserva a las exposiciones temporales, mientras que la colección permanente se centra en los materiales de las excavaciones arqueológicas locales.
Otra buena forma de disfrutar con el recorrido por Albarracín es perderse, literalmente, por las callejas de su casco antiguo. Así se pueden ir hallando de manera natural nuevas maravillas. El Palacio Episcopal y la Torre Blanca, por ejemplo, son otros dos enclaves que merecen una visita dedicada.
Octubre es un mes muy activo en Albarracín. Hay una actividad selecta que ojalá pueda regresar este año: el seminario de fotografía y periodismo dirigido por el reputado profesional de HERALDO Gervasio Sánchez. El año pasado, además, se organizaron las undécimas Jornadas Nacionales de Juegos y Juguetes, y también las Jornadas Micológicas de la Sierra, toda una referencia en la provincia de Teruel. Los alicientes para la visita se agolpan; solo queda ordenarlos y decidirse.
La belleza de otros tiempos preservada para el disfrute actual
Además de sus funciones en el Ayuntamiento, Rebeca Bernad lleva el restaurante Los Alcavones junto a su marido en el barrio bajo de Albarracín, contiguo al centro de salud local. Siendo lugareña (nació en Zaragoza, pero su familia materna es de este municipio y ella reside aquí desde hace tiempo), sabe mirar a su Albarracín con los ojos de admiración que suelen poner los turistas. “Tenemos un patrimonio histórico impresionante, muchos puntos clave visitables como la Torre del Andador, del siglo IX; el castillo, que es del XI; las murallas llegaron en el XIII, la catedral en el XVI… además, posiblemente tenemos el único conjunto urbanístico continuado de España en nuestro casco antiguo, que no ha registrado ninguna actuación moderna en los exteriores desde los años 60, está muy protegido. Es lo que confiere ese color, ambiente e impresiones características a este lugar. La ley de patrimonio local es muy estricta; queremos que pasear por Albarracín siga suponiendo adentrarse en un libro de cuentos del siglo XVIII”.
El turismo creciente se maneja desde el Consistorio lo mejor posible. “Hay dos empresas que hacen visitas guiadas, una es la Fundación Santa María y la otra, El Andador. Tienen recorridos similares, aunque las visitas son diferentes; se respetan el uno al otro con los tiempos de espera, hacen por no cruzarse… un buen trabajo. Desde el Ayuntamiento nos estamos planteando regular un espacio para las caravanas; también se va a poner zona azul. Tenemos un reto en el control de los autobuses: queremos que lleguen, descarguen y esperen luego fuera del municipio, porque cuando se juntan seis en la zona de aparcamiento es un problema serio.
Rebeca tienes sus rincones favoritos. “El paseo fluvial junto al Guadalaviar y las vistas desde la ermita de la Virgen del Carmen”.
La brillante labor de la Fundación Santa María de Albarracín
Lo dice Rebeca Bernad, teniente de alcalde de Albarracín y antigua trabajadora de La Fundación Santa María. “La Fundación ha hecho y hace una grandísima labor; tuve la suerte de trabajar allá varios años. Las labores de preservación y restauración de nuestro patrimonio son impecables, y hay que destacar todo lo hecho en la catedral, realmente magnífico; la capilla acristalada del Pilar, por ejemplo, ha quedado impresionante. Con el turismo de congresos y seminarios también son modélicos: toda la actividad cultural que despliegan atrae un visitante que muchas veces viene como participante o ponente y acaba regresando como un turista más. Tenemos muchos incondicionales en gremios como el de fotografía, pintura, diseño, literatura, historia… una maravilla”. Está claro que Antonio Jiménez, ”. Está claro que Antonio Jiménez, director-gerente de la Fundación, es otro valor de Albarracín que debe preservarse.
Cómo llegar a Albarracín y curiosidades
Comarca. Sierra de Albarracín.
Cómo llegar. Desde Teruel, su capital de provincia, hay 37 kilómetros por la A-1512.
Dónde comer y dormir. La hostelería local es muy amplia, pero los más antiguos son el Mesón del Gallo y el hotel Albarracín. El Mesón fue pensión primero; el Albarracín se llamó al principio Azagra, y estuvo a punto de ser Parador: ahora pertenece al grupo Gargallo. El hotel Casa de Santiago fue uno de los primeros en recibir el sello de hotel con encanto hace unas tres décadas, está en una casa del siglo XVI que perteneció a la orden de Santiago. Hay muchos más: el Doña Blanca, el Arabia (antiguo convento de los escolapios), la Casona de Ajimez, el Albanuracín, la Posada del Carmen, los restaurantes Alcazaba, los Alcavones y la Realda…
Mar Nummus. Este espacio sito en Albarracín es la subsede de Territorio Dinópolis dedicada al mundo de los fósiles y a los mares prehistóricos. Acaba de reabrir sus puertas; concretamente, este lunes 6 de julio.
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