Patrimonio, ausencia de masificación y aire libre se conjugan en el castillo de Peracense y son características a tener muy en cuenta en un momento en el que mantener la distancia social es el mejor seguro de vida. Por eso un total de 65 personas escogieron ayer el Castillo de Peracense, en la comarca del Jiloca, para hacer su primera excursión durante este confinamiento. Para otros la visita fue un recorrido más de los diversos que han hecho por la provincia de Teruel desde que está permitido viajar en la desescalada.
El recinto amurallado abrió el sábado sus puertas a la nueva normalidad, que pasa por un recorrido establecido, el uso de mascarillas durante toda la visita y el acceso con aforo restringido a los espacios cerrados y al tercer recinto, donde solo pueden estar a la vez personas del mismo grupo familiar y las barandillas se limpian tras cada uso.
La imposibilidad de viajar fuera de las fronteras provinciales debido a la pandemia desatada por el Covid-19 se ha convertido para muchos en una buena excusa para recorrer esos rincones todavía desconocidos o recalar en otros que tenían pendientes. José María y Esperanza son de Alcañiz y conocieron el castillo de Peracense cuando su nieto, Martín, acababa de nacer. Les gustó tanto que se prometieron llevar al niño cuando fuera un poco mayor y, 4 años después, cumplieron su palabra. Viajaron toda la familia, la pareja junto a su hijo, Asier, su nuera, Teresa, y el pequeño Martín, que disfrutó jugando a defender el castillo de los enemigos y todo ello sin peligro de cruzarse con nadie porque la fortaleza es suficientemente grande para que las distancias de seguridad se cumplan en todo momento. “Hemos recorrido medio mundo, pero nos quedan sitios para ver en Teruel”, decía Esperanza poco antes de que los guías del castillo les abrieran boca con el acueducto romano de Gea, que seguro que es una de sus próximas visitas.
En el monumento de rodeno había numerosas personas de Teruel capital, algunos que repetían visita, como Amaya y Marcos, que lo habían recorrido por fuera pero tenían pendiente el interior. También estaban Ángela y Manolo que, tras un duro confinamiento trabajando en sectores esenciales, se tomaron un respiro y lo hicieron en una visita novedosa y sorprendente: “De Teruel conocemos muchas cosas, pero ni el castillo ni la Laguna del Cañizar, que son nuestro recorrido de hoy”, explicó Ángela. Les quedan muchos lugares de la provincia por pisar, pero en la agenda de momento no tienen ninguno más porque el fin de semana que viene irán a su segunda residencia en Manzanera.
Otros que tampoco habían visitado antes el monumento eran Enrique y Laura, que es enfermera en el centro de salud de Monreal y aún no conocía la joya del rodeno. Aprovecharon el viaje, que realizaron junto a sus hijos, para desconectar de los duros momentos que los sanitarios han pasado durante los últimos meses.
También Ana y Noelia son enfermeras y, aunque de lo que más ganas tienen es de volver a Córdoba y Gijón, respectivamente, que es su tierra y llevan muchos meses sin pisarla, aprovecharon el fin de semana para recorrer el Jiloca. Lo hiciron junto a dos amigos, Albert y Juan, que son periodistas y también viven en Teruel por motivos laborales. A todos ellos les ha servido de excusa la imposibilidad de viajar fuera de la provincia para asomarse a espacios como el Castillo de Mora, a donde se desplazó Noelia hace un par de días y sus amigos quieren imitarla próximamente. Todos ellos tienen pendiente ir al embalse del Arquillo, en San Blas, que confían visitar en próximos días.
Diego y María son de Zaragoza y Huesca y también viven en Teruel desde hace 3 años, pero tienen dos niñas de 2 años y de unas pocas semanas y apenas han tenido tiempo, hasta ahora, para conocer a fondo la provincia. Eso sí, las últimas semanas les han cundido y mucho puesto que se han desplazado por la Sierra de Albarracín y el Matarraña aprovechando que están de baja paternal.
Jesús Franco es el responsable de Acrótera y lleva varios años al frente del Castillo de Peracense, pero el sábado estaba “igual de nervioso que el primer día”, y eso que han estudiado al detalle las medidas a aplicar.
El sábado había tres trabajadores para controlar el acceso de entrada y, de paso, que todo el mundo llevara la mascarilla en ese primer recinto. En el segundo espacio había otra trabajadora que se ocupaba de evitar que accediera al tercer recinto más de un grupo familiar y de limpiar las barandillas tras cada visita. Además, había un tercer guía de apoyo. De momento no habrá visitas guiadas y el castillo solo estará operativo este mes de junio durante los fines de semana en el horario habitual de 10:30 a 14 horas y de 16 a 20:30 horas.
Franco especificó que lo habitual para un sábado de junio es recibir en torno a 200 visitantes, mientras que se quedaron en 65, lejos de esa cifra, pero más allá del volumen de turistas, el responsable de Acrótera apostó por utilizar el patrimonio como dinamizador de los municipios. Además, estos fines de semana de junio les sirven de rodaje para los meses de julio y agosto, cuando esperan una afluencia importante de visitantes.
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