La profesora e hispanista tunecina Raja Bahri pronunciará hoy el pregón de la fiesta desde el balcón del Museo Provincial.«Cuando puse los pies en Teruel me dio la impresión de que ya conocía esta ciudad; que no era algo nuevo para mí». Con estas palabras describió ayer su llegada a la ciudad la pregonera de este año de las Bodas de Isabel, la profesora universitaria tunecina, hispanista y experta en moriscos, Raja Bahri Yassine.
La pregonera hablará hoy para todos los turolenses desde el balcón del Museo Provincial sobre las tres culturas, judía, cristiana y musulmana, que convivieron en Teruel en época medieval.
Aunque nunca antes había visitado la capital, la hispanista tunecina conocía calles y la arquitectura turolense a través de un estudio de investigación que lleva a cabo sobre los procesos que la Inquisición abrió a los moriscos en 1582, y uno de los cuales, Diego de Arcos, era de Teruel y vivía en la calle Andaquilla. Al final fue quemado por el tribunal del Santo Oficio. «En este proceso de investigación -señalaba- descubrí Teruel y ahora he podido comprobar que una ciudad tunecina, Testour, está edificada de la misma manera que aquí. Es un lugar alejado de la capital y por lo tanto sus construcciones se han conservado intactas, de cuando llegaron a Túnez los moriscos».
Raja Bahri recordó que las huellas de los moriscos siguen vivas hoy en día en Túnez y destacó la estrecha relación que existe entre la cultura aragonesa y ese país árabe. «No hay que olvidar -subrayó- que 80.000 aragoneses llegaron a Túnez tras la expulsión de los moriscos de España». Agregó que hay pueblos enteros con construcciones hechas con «teja española, como llamamos allí a la teja que aquí denominan árabe», que existen numerosos platos cuyos orígenes son moriscos y que muchas familias conservan el apellido español. «Hay uno -dice-, Tarual, que proviene de esta tierra». Hoy llevará un traje típico morisco, que todavía se usa en algunos pueblos tunecinos en las bodas. Es de un intenso tono amarillo, ya que, según dice, los moriscos preferían los colores vivos en sus ropas para contrarrestar el desarraigo que supuso su éxodo. Conserva bordados españoles.
Fuente: Heraldo
Fecha: 18/02/2011
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