Turismo nacional: seis joyas por descubrir dentro de nuestras fronteras
- Norte, sur, este, oeste, centro e islas. Descubrimos seis rincones escondidos en España para ayudarte a elegir tus próximas vacaciones.
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El 77% del turismo que nos planteemos este verano estará orientado a destinos nacionales, según el Barómetro Turístico de la consultora Braintrust, un nivel mayor que en los años antes de la pandemia (cuando suponía un 68%) y algo menor que el año pasado, con la cifra récord del 84%.
Este año, la previsión es más optimista que el pasado 2020: se espera una ocupación del 50% frente a los niveles prepandemia, con una caída nacional de tan solo el 10% respecto a 2019, según Exceltur. Todas las Comunidades Autónomas preparan planes para garantizar la seguridad a los visitantes, con la llegada del calor y el fin de la mayoría de las restricciones como grandes esperanzas.
Otro aspecto interesante es el ahorro. Para bien o para mal, los gastos se han reducido notablemente en las familias españolas durante el último año y medio, lo que, sumado a la falta de movilidad, ha hecho que las ganas de una escapada –y el presupuesto que se puede invertir en ella– aumenten. Las restricciones por países, la seguridad de lo conocido y la riqueza de nuestro país han hecho el resto: este año toca quedarse.
Seguro que tienes una lista de lugares nacionales que estás deseando visitar, pero siempre hay tiempo para descubrir algo nuevo. España es una tierra de contrastes cargada de rincones que explorar. Algunos están escondidos entre montañas; otros guardan playas que puedes disfrutar casi desiertas en una puesta de sol, o conservan rasgos culturales de antaño, tradición e historia.
La tendencia está clara: buscamos naturaleza, destinos rurales y, en muchas ocasiones, alejarnos de las ciudades para volver a conectar con nuestro yo interior. No hay problema: aquí van seis recomendaciones, divididas por coordenadas, para que puedas elegir ese pequeño paraíso que aún no has descubierto. ¡Prepara las maletas!
Allariz (Orense): Ecos del medievo
Residencia de Alfonso X El Sabio y otros tantos reyes en la época medieval, Allariz puede presumir de una herencia histórica diversa y desplegada en cada uno de sus rincones. Las leyendas conviven con una rehabilitación que ganó el Premio Europeo de Urbanismo, con espacios públicos y comerciales que visten este punto abrazado por el valle del Arnoia, río navegable a su paso por el pueblo. El área que rodea la localidad guarda una belleza y una variedad de flora y fauna admirable; tanto, que la ha hecho merecedora de la declaración como Reserva de la Biosfera.
Altea (Alicante): Azul, blanco y mar
Altea tiene como sobrenombre el de ‘la cúpula del Mediterráneo’ porque mira desde lo alto a las poblaciones vecinas del levante. El pueblo, reconocido por su casco antiguo y sus preciosas vistas, está coronado por la Plaza de la Iglesia, un lugar cargado de vida, restaurantes y planes. A tan solo unos minutos a pie, su paseo marítimo cuenta con numerosas playas que se suceden, una detrás de otra, hasta dejar paso a calas escondidas en los límites con las localidades vecinas y a rutas de senderismo perfectas para terminar el paseo con un baño en el mar.
Setenil (Cádiz): Gastronomía entre cuevas
Dentro de la ruta andaluza de los pueblos blancos se encuentra Setenil de las Bodegas, con una peculiar arquitectura a merced de las cuevas sobre las que está construido. Estas dan nombre a calles como Cueva del Sol, perfecta para disfrutar de la mejor gastronomía tras un paseo por travesías encaladas y donde las rocas son un elemento arquitectónico más. Cuenta además con rincones moriscos escondidos, miradores que dejan sin aliento y es un enclave estupendo para conocer localidades vecinas, como Ronda o Grazalema, en pleno Parque Natural de la sierra homónima.
Santañí (Mallorca): Calas de agua cristalina
Localizado en el sureste de Mallorca, este pueblo es perfecto para los amantes del mar: cuenta con cerca de 50 kilómetros de costa, repartida en espectaculares playas y calas interminables listas para ser exploradas. Lejos de la explosión turística de la isla, esta zona conserva las tradiciones mallorquinas en cultura y gastronomía, además de una naturaleza exuberante que muestra sus mejores galas en el parque natural de Mondragó. Su mercado, que se celebra todos los sábados, te permitirá encontrar tesoros tradicionales y llevarte a casa auténticas piezas de artesanía.
Albarracín (Teruel): Un encuentro entre culturas
Rodeada por las montañas de los montes Universales al sur y de la sierra de Albarracín al norte, la localidad del mismo nombre fue considerada Monumento Nacional en los años 60 gracias a la importancia y belleza de su legado histórico. Celtas, romanos, visigodos, andalusíes y cristianos poblaron su tierra, dejando una impronta que hoy se fusiona en sus calles. Lugares como el Alcázar de Albarracín, las Murallas, la Torre del Andador o el Conjunto Histórico transportan al viajero a épocas pasadas, haciendo las delicias de cualquier amante de la historia y la arquitectura.
Pájara (Fuerteventura): Calma y naturaleza
El municipio de Pájara, en Fuerteventura, puede presumir de playas solitarias, prácticamente vírgenes, en las que huir de las aglomeraciones y disfrutar de la naturaleza en estado puro. Los aficionados a la aventura encontrarán en esta costa el mejor de los descubrimientos. Algunas son perfectas para realizar deportes como el surf o el bodyboard; otras, con zonas de aguas cristalinas, harán las delicias de los niños que quieran nadar a sus anchas. Un paraíso de arena en una isla plagada de pueblos tranquilos, tradicionales, cálidos y llenos de belleza.
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